Por lo general, cuando quieres contratar un servicio nuevo y no tienes referencias anteriores, eliges la prueba de varios días, la muestra gratuita o te vas a la tienda de turno para poder ver y tocar aquello que quieres comprar.
Cualquier opción es buena siempre y cuando te permita evaluar el producto, su funcionamiento e incluso te enseñe a comprender su manejo.
De esta forma, para cuando concluyan los días de prueba, tú ya te habrás hecho una buena idea y decidirás si quieres adquirirlo o no.
O bien si es un producto gratuito, decidirás si quieres adquirir su versión de pago para poder utilizarlo sin límites por ejemplo.
Índice
¿Cual es tu primera opción para tener tu propia web?
Cuando quieres tener una página web también se aplica el mismo razonamiento y esa es la principal razón por la que muchas personas terminan confiando su web en una plataforma de terceros como por ejemplo Blogger o WordPress.com
Mientras estás empezando esto parece que está muy bien porque te permiten tener una página web gratis donde puedes mostrar lo que quieras. Empiezas a publicar tus artículos, compartes en las redes sociales, muestras tus productos si los tienes y poco a poco empiezan a llegar las visitas a tu web.
Tu conocimiento de cómo funciona tu propia web va en aumento: ya realizas pequeñas modificaciones incluso y aprendes a detectar funcionalidades que tienen otras páginas, que deseas implementar en la tuya. Algunas podrás y otras comprobarás que no porque la plataforma donde tienes tu web no lo permite. Pero como tu web es gratis y no te genera dolores de cabeza, decidirás que está bien así.
Empiezan a llegar pedidos de los productos que muestras en tu web. Como no tienes una tienda online estos pedidos no se procesan automáticamente, por lo que tienes que encargarte de todo el proceso: desde facilitar la información de un producto o servicio concreto, actualizar el stock, gestionar el pago mediante transferencia por lo general o realizar el envío.
Está bien, es poco todavía lo que vendes y no es habitual, así que gestionarlo todo manualmente no es problema.
Seguirás publicando contenido en tu web, compartiéndolo en distintos sitios… y quizá decidas que ya es el momento de tener un dominio propio. Total, son 10 o 15E al año aproximadamente y te gustaría tener tu propia dirección.
Así que compras tu propio dominio y lo asocias a tu página web. Ahora ya tienes tu propia dirección y tu oficina virtual.
Tu hobby empieza a parecerse a un pequeño negocio y las ventas de tus productos empiezan a ser más constantes. Te das cuenta que la gestión manual que realizabas de todo el proceso empieza a quitarte tiempo que preferirías dedicar a otras cosas.
Empiezas a fijarte en lo que hacen otros y ves que su web es como de otra forma: tienen más botones en su página por ejemplo o una tienda online donde muestran lo que venden.
Tú también quieres hacer lo mismo pero no puedes, porque tienes un servicio de terceros que no te da vía libre para poner todo lo que quieres.
Decides que quizá ya es el momento de cambiar tu página web de plataforma. Investigas y compruebas que todos los expertos dicen que cambiar tu web de hosting es un dolor de cabeza: más duele mientras más contenido tienes.
Y empieza a darte miedo el cambio, así que decides postponerlo.
Pero pasa el tiempo y cada vez tienes más contenido, más productos. Lo que empezó como un hobby se ha convertido en algo más y te das cuenta que no puedes seguir demorando el cambio porque el sistema que tienes actualmente te está perjudicando.
Te armas de valor, pides precios y preguntas tus dudas: algunas se calman con las respuestas que recibes, otras nuevas dudas aparecen planteando posibilidades que desconocías.
Pero sabes que tienes que hacerlo, así que no te puedes echar atrás porque vas en serio.
Empieza el cambio
Intentas hacerlo tú, pero no tienes conocimientos técnicos y encima, tu página deja de verse bien de tanto toquetear: ¿Habrás perdido lo que antes estaba ahí?
Decides contratar a un tercero que realice la migración de tu web a otro hosting y arregle el desaguisado.
El día del cambio llega y te sumerges en un mar de dudas. Probablemente pienses que el fin del mundo está por llegar:
¿Y si pierdes todos tus artículos? ¿Tienes algún backup hecho?
¿Y qué pasa si se pierden todos los comentarios que tanto te costó conseguir?
¿Tus visitas llegarán al sitio nuevo?
¿Y si llega el Lunes y tu página web no está disponible?
…
Empiezas a pensar que lo bueno de haber hecho una gestión manual de todo, es que tienes todos los datos necesarios apuntados en tu agenda… ¿O no?
Por fin tu proveedor te confirma que ya está el cambio realizado y ahora tu web tiene algunas cosas distintas a las que tenías anteriormente, otras en cambio son similares. Por dentro, tu web parece que se gestiona más o menos igual que antes. Pero todo el contenido está en su sitio.
Ha habido suerte y no se ha perdido ningún dato por el camino.
Suspiras con alivio porque sabes que podría haber sido peor. Desde luego, la próxima vez que quieras tener una página web, contratarás directamente tu propio hosting sin pasar por una plataforma de terceros.
Moraleja
Es verdad que de todo se aprende pero no subestimes la migración de una web: siempre puede perderse algo por el camino, además de traer problemas adicionales con los que no habías contado.
Si vas en serio, siempre es mejor atajarlos desde el principio, contratando el hosting adecuado para tí y tu página web. Recuerda que una plataforma de terceros siempre tiene limitaciones… aunque no se vean al principio.